El concierto de The Strokes del sábado estuvo muy bueno. Antes de que empezara el concierto me preguntaba si tocarían Barely legal y, oh sorpresa, fue la primera que aventaron. De ahí en adelante fue un hit tras otro y un gran/gran/gran concierto. Pero no voy a hacer una reseña del evento. Ya hay muchas por ahí en los blogs, en el MySpace, en el radio.
Lo que quiero comentar es el suceso que fue el "Rigo Tovar" del concierto del sábado.
El Rigo Stroke (que en realidad se llama Cristian Aburto, tiene 19 años y vive por Tlalpan) era un tío que estaba hasta delante en la zona de la pista del Palacio de los Deportes y que tenía un gran parecido con Rigo Tovar, un famoso cantante mexicano de música popular que inmortalizó el éxito "La Sirenita" y que recientemente fue objeto de un homenaje por parte de algunas bandas de rock mexicanas.
El Rigo Stroke hubiera pasado desapercibido entre los 17 mil que fuimos al concierto pero no contaba con que uno de los camarógrafos que trabajaron ese día juzgó que su cara merecía ser desplegada en las dos pantallas gigantes que colgaban a cada lado del escenario.
Lo que siguió fue un grito que fue ganando y ganando fuerza conforme su cara pasaba una y otra vez por las pantallas, alternada con los rostros de otros cretinos y cretinas que también fueron al concierto.
"¡Rigo, Rigo, Rigo!"
Comenzó como un tímido y débil grito, apenas alimentado por las voces de algunos que rápidamente reconocieron al imitador (voluntario o accidental) del que es conocido como creador del género Grupero.
"¡Rigo, Rigo, Rigo!"
Fue creciendo y haciéndose de adeptos más rápido que cualquier político populista en campaña. Al principio era un grito distorsionado, la impresión del momento impedía que hubiera orden en el coro que aclamaba al improbable ídolo del Palacio de los Deportes.
"!Rigo, Rigo, Rigo!"
El grito era unánime. El público estaba entregado. Era oficial. La inflamación del momento desquició a los asistentes. Se habían rendido a Rigo.
"¡RIGO, RIGO, RIGO!"
Bastaba un generoso movimiento de la mano del noble varón para que las señoritas cayeran desmayadas y los hombres mostraran sus respetos. El gesto desenfadado de nuestro nuevo héroe, los lentes ocultando la mirada seductora, los dedos índice y medio haciendo la señal internacional de la victoria. La hazaña estaba consumada.
"¡RIGO, RIGO, RIGO!"
Era el potente coro que al final sólo pudo ser conjurado por los guitarrazos de The Strokes. Nada más. Y nada menos.
Rigo, te saludamos.
www.myspace.com/hivesrock
lunes, septiembre 04, 2006
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