martes, septiembre 19, 2006

Natascha Kampusch y las Mujeres de Juárez

Desde hace algún tiempo he querido escribir sobre el caso de Natascha Kampusch, la joven de 18 años que pasó los últimos ocho viviendo en el sótano de un hombre que la secuestró, en Austria. A menos que hayan estado debajo de una piedra el último mes, seguramente se enteraron de los detalles.

Para los que no, aquí va un breve resumen de las informaciones alrededor de este caso.

Natascha fue secuestrada el lunes 2 de marzo de 1998 (tenía diez años) cuando se dirigía a la escuela (lo que demuestra lo saludable que es la mexicanísima costumbre del San Lunes, por aquello que a uno lo secuestren cuando va a la escuela o al trabajo). Cuando leí la nota, inmediatamente pensé que es una chinga ir a la escuela (o a la chamba) el lunes pero que estaría mucho peor que a uno lo secuestraran en el camino.

La joven logró escapar el 23 de agosto pasado cuando aspiraba el automóvil de su captor, un electricista de 44 años que fue interrogado hace ocho cuando las autoridades austriacas comenzaron la investigación del rapto.

La Policía ligó al hombre con el secuestro porque tenía un vehículo que correspondía con la descripción del automóvil en el que Natascha fue abducida, sin embargo, el interrogatorio no permitió que los agentes pudieran confirmar sus sospechas y registrar su casa.

El desenlace del secuestro no pudo ser más dramático. El mismo día que Natascha escapó, el electricista, Wolfgang Priklopil, se suicidó arrojándose al paso del tren. La adolescente se presentó en la estación de Policía local y dijo: “Soy Natascha Kampusch, nacida el 17 de febrero de 1988”.

Las autoridades realizaron pruebas de ADN para comprobar que la joven era quien decía ser pues el caso fue ampliamente comentado en toda Austria e incluso se creía que Natascha estaba muerta pues durante ocho años fue un misterio su desaparición. Me imagino que en un País como Austria, algo así debe ser un suceso extraordinario.

Las informaciones que han salido desde entonces han comentado que la joven tenía acceso a libros, a escuchar la radio y que incluso Priklopil le daba clases. En una entrevista a la televisión, los medios han comentado que Natascha es articulada, se expresa con soltura y corrección.

En la entrevista, la joven comentó que el secuestrador le dispensó un trato amable y que consideraba injusto dar una opinión negativa sobre él pues ya no estaba para defenderse. Algunos han visto en estas expresiones algunas características del
Síndrome de Estocolmo. Además de esto, las primeras informaciones también mencionaban que Natascha y Priklopil habían tenido algún tipo de contacto sexual aunque la naturaleza de dicho acercamiento nunca se especificó (si fue consentido o si fue una violación). En las informaciones a las que yo tuve acceso nunca se aclaró esta situación.

Uno de los detalles que más me intrigó fue la revelación de Natascha sobre el desinterés del secuestrador por comunicarse a un nivel profundo con ella pero la obsesión maniática del electricista por detalles insignificantes, como ver a la joven enjuagar su cepillo de dientes.

Desde su escape y hasta la fecha, la mujer ha estado atendida por psicólogos, abogados y especialistas en comunicación para superar el trance de su cautiverio. También ha manifestado su deseo de hacer un crucero a Londres y Nueva York acompañada de sus padres y abuelos.

El caso puede quedar ahí. Se trata de algo extraordinario. Una información que dio la vuelta al mundo y a la que una de las revistas más populares de Austria le dedicó varias páginas. En ese número fueron publicadas más de 20 fotos de la
adolescente. Una entrevista esperadísima. El desenlace de uno de los casos policíacos más intrigantes de la historia de Austria. Una historia que merece ser contada. Pero nada más allá que nos intrigue como lectores mexicanos.

La cruel ironía. La broma macabra. El vínculo nefasto.

VIENA (AFP/REUTERS).- Natascha Kampusch, la joven austriaca que estuvo secuestrada ocho años en un sótano, aseguró que tiene un proyecto en mente para las mujeres mexicanas secuestradas, torturadas y violadas, y otro para las personas que sufren hambre en África.

Una mujer que vivió ocho años encerrada en un sótano, del otro lado del Océano Atlántico y con acceso limitado a los medios de comunicación. Con miles de cosas en que pensar. Imaginando que nunca la encontrarían y que pasaría el resto de su vida encerrada en un cuartucho. Lamentando su mala suerte. “No hubiera ido a la escuela ese lunes cuando tenía diez años”.

Y a pesar de todo esto, ella estaba enterada de uno de los episodios más dramáticos y lacerantes de la injusticia en México. El caso emblemático de la impunidad, la corrupción, la complicidad, la misoginia, el machismo, la negligencia y el desamparo de las doblemente condenadas: por ser mujeres y por ser pobres.

Germán Dehesa tiene una pequeña sección en su columna del periódico
Reforma que es un reclamo contra la pasividad y la omisión con la que han actuado las autoridades locales y federales en el tema de Las Mujeres de Juárez. Van 883 llamados hasta el día de hoy y a nadie parece preocuparle.

No quiero desgarrarme las vestiduras y que esto se lea en un tono de regaño y falsa indignación. Yo tampoco hago mucho por solucionar ese grave problema. No quiero ser más papista que el Papa. No soy quién para pretender que entiendo el terrible sufrimiento de esas familias mutiladas y eternamente marcadas por la ausencia de sus hijas. Me perturba el hecho de que una niña encerrada en un sótano en Austria pueda ser más sensible a todo ese sufrimiento que casi todos nosotros que vivimos acá, que lo sabemos, que lo padecemos.
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Por supuesto que ella se identifica con las víctimas mexicanas pero eso no desmerita el hecho de que Natascha sienta una preocupación genuina por la violencia que padecen las mujeres en México. ¿Y nosotros?

Sergio González Rodríguez escribió un extraordinario libro/denuncia/investigación periodística sobre las Mujeres de Juárez. Si te interesa el tema, este es el
libro.

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