lunes, agosto 14, 2006

El día de ayer fue publicado en el diario Reforma un editorial breve pero sustancioso sobre las razones del recuento de votos en casillas "disfuncionales". El autor, Alfonso Elizondo, mencionaba que hubo ciertas casillas (disfuncionales) en ciertos distritos en las que los ciudadanos seleccionados para ser funcionarios de casilla el domingo 2 de julio fueron sustituídos por ciudadanos que se encontraban haciendo fila para votar. Elizondo comentaba la posibilidad de que esas ausencias y sus sustituciones hubieran sido premeditadas.

Hasta donde sé, y sin ser experto en legislación electoral, tengo entendido que ese mecanismo es perfectamente normal y está contemplado por la ley. En caso de la ausencia de algún funcionario de casilla insaculado, habrá un reacomodo del cargo que cada funcionario que sí este presente haya tenido asignado con anterioridad y se sustituirá a el o los ausentes con el o los primeros electores formados en la casilla el día de la elección.

En cualquier caso, lo que Elizondo propone es que todos los funcionarios de esas casillas fueron sobornados por algún partido o partidos para faltar a su cargo el 2 de julio. Que ese partido o partidos en ese distrito tenían ya a un grupo de 5 o 6 aliados registrados en la lista nominal de esa casilla (puesto que ahí iban a votar y es un requisito necesario para ser funcionario "de emergencia") para que fueran a formarse muy temprano y ante la ausencia de los funcionarios, ellos ocuparan sus posiciones. Por si fuera poco, el partido o partidos corruptores hubieran tenido que arreglárselas de algún modo con el presidente de la casilla para que él o ella sí fuera y llevara la paquetería y el material necesario para la instalación de la casilla. Además de, obviamente, prestarse al fraude.

Una vez cumplidas todas estas exigencias, los funcionarios espurios hubieran tenido que actuar de manera tan sutil y tan bien coordinada para que los representantes de el o los partidos que no estaban coludidos no se dieran cuenta de cómo se llevaba a cabo el fraude.

Satisfechos todo estos requisitos, es posible el fraude y ségún Elizondo, es necesario auditar esas casillas donde hubo sustitución de funcionarios y ahí se reflejará el engaño. Todo esto, aclara Elizondo, al margen de la institución electoral pero bajo la orden un partido o partidos malvados.

¿No es demasiado elaborado y complicado todo lo que propone el autor? ¿Es posible? ¿Se prestarían ciudadanos comunes y corrientes a juego tan vil? ¿Elizondo hubiera aceptado la propuesta si hubiera sido funcionario de casilla insaculado?

Aunque la alianza encubierta entre varios partidos políticos permitió la distorsión del proceso electoral sin dejar huellas visibles, lo cierto es que no hay crimen perfecto, y la verdad se conocerá cuando se permita auditar los paquetes de las casillas disfuncionales. El gran problema que deja la dudosa victoria de la derecha es la desgracia de un país dividido y de un poder público que aplica discrecionalmente la ley y está controlado por una pequeña élite.

Así lo dice Elizondo. Me llamó más la atención lo de la pequeña élite. No debe ser tan pequeña la élite pues él estima el número de casillas disfuncionales en un número aproximado a las casillas que el TEPJF ordenó fueran recontadas (11 mil 800). De a 5 funcionarios por casilla por 11 mil 800 casillas... 59 mil funcionarios ilegítimos. Desde los magistrados del Tribunal hasta el último de los funcionarios falsos. Todos en el fraude. Es mucho ¿no?

Yo sí creo que existe esa élite que controla el poder público pero Elizondo la está viendo en otro lado. Pero de que existe, existe.

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